¡Hola!

Me llamo Pepe (bueno, me llamaba…). Era un perro normal con una… vida decente que solía dormir en la calle. No te pongas triste, ser un perro callejero no estaba nada mal: podía cambiar las vistas de mi balcón cada noche y elegir los mejores barrios para estirar las patas. En aquella época, vivía «LA VIDA» en Galicia, mi tierra natal y lugar favorito en todo el mundo (te recomiendo que la visites si no lo has hecho, es la «terra de meigas», playas paradisíacas y la mejor comida del mundo).

Un día me desperté después de una gran noche de fiesta. Tenía un poco de dolor de cabeza y vi mi reflejo en un escaparate: ¡Su …!!! ¡¡Necesitas un afeitado, tío!! De repente, me di cuenta de que no había gente en la calle, ni ruido, ni tiendas abiertas, ni música… Sólo silencio.

¡Espera! ¿Qué día es hoy? ¿Cuánto tiempo he estado de fiesta? Me fui a hacer una ronda y… ¡nada! Fui al bar de Antonio, mi mejor amigo humano y el que solía darme algunas sobras. ¡Nada! ¡Colega! Soy un perro callejero, pero necesito algo de atención y mimos. ¿Quién va a rascarme la barriguita ahora?

Al día siguiente decidí ir a Guillarei, había una linda perra de la que estaba un poco colado y la echaba de menos. Cuando iba de camino a su casa, pasé por un lugar que olía tan bien que no pude soportarlo: ¡Tuve que parar! Vi que había una gran puerta medio abierta y decidí acercarme y saludar (¿Ya había comentado que era un perro hambriento y sin amor que sólo pedía un poco de atención?. Síiii, soy un poco “Drama Queen”, jejeje).

Cuando me acerqué a la puerta, un increíble olor me hizo sonreír. Miré a través de la ranura de la puerta y pude ver a algunos humanos dentro, había música y caras sonrientes por todas partes. ¿Son una familia gigante? Alguien me vio y vino a rascarme la barriga. ¡Oh wow!! No pienso moverme de aquí.

En la parte de atrás, había una gran (enorme) cocina donde estaban cocinando algo que tenía muy buena pinta. Necesitaba recuperar energía y comer algo, algo rico, ¡¡por favor!! Yo nunca había cocinado antes, pero era un experto en adivinar sabores, así que, ¿por qué no? Me puse un delantal, cogí unas cacerolas grandes, encendí los fuegos y… todo empezó a fluir.

Un poco de pollo (el ingrediente principal tiene que ser la carne); un poco de menta y romero… ¿hueles eso? Hmmmm…
Et voilá!! ¿Quién va a probarlo? Creo que tengo potencial, eh? Cuando estaba a punto de llevárselo a mis nuevos amigos para enseñárselo, corría como un perro loco y con tanta emoción me caí y derramé toda la comida (si mi madre hubiera estado allí, habría dicho: ¡lo veía venir, Pepe!). Por suerte, había un par de tipos peludos que pasaban por allí y vinieron a ayudarme a limpiar ese desastre.

El olor era tan bueno que decidimos probarlo al mismo tiempo, y… de repente, empecé a sentir que me estaba fortaleciendo, me sentía tan enérgico, ágil y lleno de fuerza!! ¿Qué está pasando? Vi al cachorro que estaba a mi lado y su cara había cambiado: se veía más fuerte, más feliz y más sano… Y entonces, vi al otro tipo… ¿Qué? ¿Está sujetando una super pesa con sus dientes?

¡¡Madre mía!! ¡Voy a compartir esta receta con todos los perros del mundo!
¡¡Había creado “SuperPepe food”!! :